Ayer lo empezaron a cambiar, le pusieron un dragón adentro y números de fuego. Después de las 12 se transforma en dragón y el reloj queda en su panza.
La dueña, cada vez que quiere ver la hora, no lo encuentra. El dragón sale de noche y en vez de largar fuego por la boca, lo hace por la panza. El reloj hace magia; cada vez que hay gente aparece y desaparece.
La gente lo ve y sale corriendo a la tienda a comprar el reloj. Lo quieren un montón, y además todos le preguntan a los que lo tienen cuanto sale. Y el reloj está re feliz y tiene una sonrisa entre sus números de fuego.
Ahora lo tiene todo el mundo y con él hacen de todo: correr, saltar, cantar y bailar. Los relojes quieren mucho a sus dueños, y los dueños a sus relojes los llevan a todas partes.
Cuento y dibujo: María Celeste Mirerez.
Colegio: Nuestra Señora del Huerto - Esperanza
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